El llego hacia mi… Como un ángel, tan bondadoso, tan bueno… Siempre te recordare mi ángel.
Yo estaba, allí sentada en ese parque, ese día de invierno… Me sentía tan sola, deprimida… Quería morir, estaba destruida. Solo quería irme de este cruel mundo que me había hecho heridas que no sabia si podía curar… Iba acabando mi quinto cigarrillo, mis lágrimas caían como gotas de cristal de mis ojos color café.
-¿Qué te ocurre?- pregunto un joven, no quería verlo, no quería ver a nadie.
- Nada- respondí fríamente
-A mi no me engañas, yo se que te pasa algo. ¿Puedo sentarme?- Apoyó su mano sobre mi hombro-
Solo asentí, no quería hablar con nadie, pero aun así lo hice, tenia el presentimiento de que ese muchacho podía mejorar mi estado de ánimo. Se sentó junto a mí. Quedamos en silencio por unos minutos.
-No llores por favor. – Seco mis lágrimas con sus dedos, delicadamente.
-¿Cómo no quieres que llore, si me han hecho daño?- sollocé
- Solo… Solo cálmate, te ayudare…-me abrazo- lo prometo.
- Gracias…- respondí al abrazo. Esos abrazos hermosos que me daba el… Son inolvidables.
- Ahora… Cuéntame ¿Qué te pasa? – Era tan agradable…
Levante la vista, al hacerlo, note que era… simplemente hermoso en pocas palabras, tenia el pelo negro, con unos hermosos ojos esmeralda, vestido de negro con unos guantes del mismo color, observándome atentamente a que respondiera… con su hermosa sonrisa.
- Lo que me ocurre es que…- Suspire, era muy difícil contarle la historia de mi complicada vida justamente a alguien que recientemente conocía, pero… Todo era diferente con el a mi lado, todo era mas fácil.- Mi madre murió hoy… No puedo creerlo, ella era mi mejor amiga, y ahora estoy sola en este mundo sin nadie quien me comprenda, ni me apoyé en mis decisiones… ella era la persona mas bondadosa, buena, comprensiva que conocí en mi estúpida vida… Y hoy se fue… dejándome aquí… mi padre abandono la casa, ni siquiera debe saberlo, ya que siempre se va de casa a quien sabe donde.
-Nunca digas que estas sola, ella siempre estará en tu corazón, sea donde sea, siempre te apoyara en tus decisiones, aunque no la tengas aquí físicamente, siempre estará en tu corazón. No estés triste, yo te ayudare con todo esto, yo seré… tu acompañante.- sonrió de nuevo.
- Gracias.- Gotas saladas comenzaron a salir de mis ojos, lo abrase, sentía que el me protegía en sus brazos, era muy reconfortante. Mi acompañante.
Comenzaron a caer pequeñas gotas del cielo. Decidimos irnos, ya que hacia mucho frio, no queríamos quedarnos allí debajo la llovizna, ¿Quién querría hacerlo?
-Te invito un café.
Solo asentí, sus ojos me hipnotizaban. En ese momento no pensaba en quien podría ser, no pensaba en como me pudo haber encontrado, no me cuestionaba nada… Yo sabia que el me protegía y lo haría para siempre.
Entramos, nos sentamos en una pequeña mesa, y comenzamos a hablar, notaba como me miraba fijamente sin perder ningún detalle de lo que yo decía, era atento.
- ¿Cómo me encontraste? – Mi duda despertó.
- Simple… Iba caminando por el parque, y me pareció ver a una hermosa dama derramando lágrimas, odio que las personas lloren, así que decidí hablarte para poder resolver tu problema, después de todo ¿Por qué no ayudar? No pierdo mi tiempo.
- Creo que estas perdiendo tu tiempo al estar hablando con una extraña que te cuenta sus problemas. –baje la vista.
- No, no pierdo mi tiempo, solo quiero ayudarte, quiero que te sientas feliz…
- Pareces muy concentrado en tus decisiones. ¿Cómo te llamas?
- Anthony. – Hermoso nombre como la persona que lo adueña- ¿Tu?
- Katherine, pero… Solo dime Kath. – Le regale una sonrisa.
- Encantado de conocerte Kath.- Me dio la mano.- Ahora ya no somos desconocidos, ahora no estoy ayudando a una desconocida sino a una hermosa dama llamada Kath.
Reímos. Esos momentos maravillosos que pasábamos juntos eran tan hermosos, mi vida era más fácil junto a él. Tomamos el café, y nos fuimos hacia su apartamento, no quería volver a mi casa, me traía malos recuerdos.
Pasamos la noche hablando sobre… ciertas cosas, hasta que el reloj toco las 12.
- Supongo que ya debes irte…- sonó decepcionado.
- ¡Claro que no me moveré de aquí!... bueno, quiero decir, si tu me ofreces alojo, ya sabes lo que ocurre en mi casa… No quiero volver ahí… - baje la vista.
- Claro que no hay problema, puedes venir el tiempo que quieras, hasta podrías quedarte a vivir aquí si es lo que deseas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario