domingo, 13 de marzo de 2016

Maga.

Entonces, la bruja murió en sus manos, todavía tenía color en el rostro, aunque de a poco iba desapareciendo. Las marcas de su cuello iban apaciguándose y yendo de un color rojo a un morado, parecido a las de las violetas de la repisa que habían atestiguado el acontecimiento. 

La niña, aún con lágrimas parecidas a pequeños cristales en sus ojos, parpadeó taciturna, con paz en su ser. La había matado. Nunca pensó que sería capaz de hacerlo, pues desde hacía años que tenía esas constantes voces en su cabeza que le repetían una y otra vez, "eres una inútil". 

Observó el cadáver y, casi melancólica recordó esos bellos momentos de mierda que habían pasado juntas, rió y retiró las manos de su garganta, a la cual había plantado besos y susurros mas que un par de veces. Ni ella sabría decirte si fueron verdaderos.

Se levantó como pudo y fue a lavarse la sangre de la cara, rehízo su peinado así como el moño de su vestido y suspiró. La miró otra vez y pensó, "es una lástima, ¡cuánto desperdicio de mi tiempo!", tomó el labial ajeno y se pintó, "pero qué cagada, esto pudo haber terminado mejor". 

Le besó una última vez y le acomodó el pelo. Cuando salió se sentía orgullosa de sí misma, agregándole un sentimiento de duda y tal vez un poco de inseguridad, pero al fin y al cabo, era libre. Dentro de la cabaña, la bruja lloraba desolada.